La figura Alfonso X, rey de Castilla y León, entre 1252 y 1284, estaba inmersa en la religiosidad de la Edad Media y la presencia constante de la muerte. En esta época surgieron las lenguas romances y el establecimiento de los muy diversos reinos europeos y la expansión del cristianismo.

Desde su juventud, Alfonso X fue reconocido como uno de los hombres más eruditos de Europa: fue poeta, astrónomo, historiador y legislador. Contribuyó a traducir las ciencias de los árabes a la lengua castellana y a formar con ellas, lo que se conoce como la cultura occidental.
Alfonso X, conocido como el rey sabio, convirtió el castellano en la lengua que compartían sus súbditos judíos, cristianos y musulmanes, en un factor de integración de su reino y es este tal vez, su legado más importante.

Ejerció un reinado reformador, que muchos años después desembocó en el Estado Moderno de la época de los Reyes Católicos. Fundamentó, asimismo, la supremacía de Castilla entre los reinos peninsulares. Pretendía unificar las leyes de su amplio reino y El Espéculo, fue la primera redacción de un código legal unificado para España. Su obsesión por convertirse en emperador del Sacro Imperio, le hizo incluir entonces en el código, el derecho romano-canónico y escribió entonces Las Siete Partidas, obra considerada el legado más importante de España a la historia del derecho, al ser el cuerpo jurídico de más amplia y larga vigencia en Iberoamérica (hasta el siglo XIX). Incluso se le ha calificado de «enciclopedia humanista», pues trata temas filosóficos, morales y teológicos.