Habitar los márgenes de la sociedad, moverse como sombras en esos ámbitos, debatirse entre la vida y la muerte, entre el más puro individualismo o el más pedestre colectivismo social son ingredientes de la vida moderna. Espacio que debiera ser luminoso, pero en verdad es sombrío, grotesco, bestial, tal vez porque es el estadio de degradación hacia el cual la humanidad ha ido avanzando siglo tras siglo. Sólo el amor redime, aunque no siempre salva. Esa es la atmósfera que se respira en estas historias de seres humanos, perdedores o soñadores, condenados a ser eso, diablos, nada más que diablos.