Marta Sanz, autora del ensayo Monstruas y centauras, habla abiertamente de sus emociones y dolores en este libro. También lo hace en la novela Clavícula a través del personaje principal que lleva su mismo nombre: Marta. No resulta nada sencillo hablar con tanta franqueza de aspectos tan íntimos cuando las emociones han sido tradicionalmente relegadas al ámbito privado, al menos en occidente. Dickens empleaba la sátira en Tiempos difíciles para denunciar la ausencia de los afectos en las relaciones humanas, la educación y el ámbito público en la sociedad inglesa de la industrialización y comienzos del capitalismo. Las niñerías y sensiblerías había que erradicarlas pronto de la vida si se quería llegar a ser alguien sensato y de provecho en el futuro, gustaban aleccionar Josías Bounderby, un hombre triunfador, hecho a sí mismo, y Tom Gradgrind a los dos hijos pequeños de este: Louisa y Tom Gradgrind, y a la pequeña Sissy.

Sin dejar de ser crítica con lo que considera mero postureo, campaña de márketing e ideología neoliberal, no pierde de vista M. Sanz el objetivo de la «sororidad». Ponerse de acuerdo en los puntos que unen y hacen fuerte la lucha feminista. Valora las aportaciones de la disidencia transgénero y la de pensadoras en la conquista por la igualdad o por «una desigualdad mutante, deseable y perpetua, que no cristalice en desventaja»

En el ensayo titulado La cena de los notables, su autor, el editor Constantino Bértolo, trata de la urdimbre lectora y relaciona un tipo de lectura con la capacidad autónoma de juzgar.

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