Escrito en formato diccionario, donde a cada letra del abecedario le corresponde un poema, Abecedario se inspiró en el Dictionnaire des idées recues (1911), de Gustav Flaubert. Cada poema es un intento de significado, un apartado dentro del lenguaje nuestro, plural, tribal. No son palabras sueltas, amontonadas, sino un tejido finamente imbricado, palabras relacionadas u opuestas que permiten la ilusión de poder ir más allá de ellas.

Así, al leer Abecedario de Pablo Jofré nos encontramos con una lectura sobria, profunda, melancólica. La artesanía de la palabra da como fin un resultado pulcro pero lleno de grietas, como lo dice nuestra querida Elvira Hernández en el insuperable y certero prólogo de esta edición.

Grietas en las que podemos vaciarnos, fragmentarnos o completarnos en una especie de spleen, entendido desde el significado francés de la palabra, el spleen de París de Baudelaire. Pero en este caso sería algo como un spleen que se basta de imágenes para condensar ideas con una identidad genuina, reconocible y que, sin duda, merece seguir siendo releída.