En el año de Nuestra Señor de 1724, el teniente general Baltasar de Guevara y Vinuesa, al mando de la flota compuesta por los galeones españoles Nuestra Señora de Guadalupe y Conde de Tolosa, partió desde Cádiz con la misión de transportar 400 toneladas de mercurio al puerto de Veracruz, donde recogería un cargamento de lingotes de oro y plata que la corona requería con urgencia. Sin embargo, tras una escala en la isla de la Española (actual República Dominicana), la noche del 24 de agosto los navíos quedaron atrapados en medio de una tormenta que rápidamente se convirtió en un terrible huracán. El destino de las 1 200 almas que transportaban los navíos, así como su precioso cargamento – fundamental para la minería -, quedaron a merced del mar, el viento y los caprichos de un capitán obsesionado con su deber.